Y de repente ya no me dolía nada


Hacía mucho, no recuerdo cuanto, que no me saltaban las lágrimas por una faena. Ayer ocurrió.

No voy a ocultar que conozco a Juan Ortega desde hace muchos años, le conozco tanto a su familia como a él. También a sus hombres de confianza, en especial a Jorge Escribano, “Jorge Fuentes”, quien se ha convertido en un buen amigo.

Conozco su esfuerzo de estos años, el día a día entrenando sin saber cuando volver a torear….

Llegó el 15 de agosto, ¡hasta las trancas todo el día!, me encontraba mal. “Jorge qué tal el sorteo” llamaba camino de Madrid, mientras culpaba de mi dolor de cabeza a cualquier cosa menos a los nervios que estaba pasando.

Empezó la tarde, quite de Juan al toro de Pepe Moral, dos verónicas y una media cadenciosas, templadas, clásicas, sobrias: ¡toreras!.

La faena del segundo de la tarde, empezó como acabó, con unos doblones muy en torero. Faena perfecta para lo que pedía el animal, mucho temple y trazo largo, tirar del toro que pecaba de quedarse algo corto, si llega a tener un poco de tranco más… faena de templanza y hondura. Estocada ejecutando la suerte a la perfección: oreja.

¡Oreja!, la pidió toda la plaza, ni un reproche. ¡Oreja de Madrid!, cortada a base de torear de verdad, sin alardes, sin ventajas, solo temple y hondura.

No pude evitarlo, después de ese cúmulo de nervios y emociones, me saltaron las lágrimas. En Madrid, la primera plaza del mundo, una oreja cortada de verdad, sin ventajismo, sin alardes de valor, sin artificios, cortada a base de templar, mandar y firmar con una señora estocada… Y de repente ya no me dolía nada.

Un baño de realidad


El pasado domingo fui a Bocairente y me di un baño de realidad.

Porque la realidad es lo que de verdad ocurre y no lo que nos dicen que pasa. La histórica plaza de Bocairente, la más antigua de Valencia, afora 3.800 personas, no está nada mal para un pueblo de poco más de 4.000 habitantes.

La realidad es que cuando llegué a la plaza no cabía un alfiler, no había hueco ni en pasillos ni vomitorios, “més junts, per favor, que encara queda gent  fora”, nos dijeron.

Allí estaba todo el que podía estar de Bocairent ¡y de media comarca!... y en esas salió la Banda de Música Municipal, sonaba “Amparito Roca”, y comenzaron los aplausos, se inició el paseíllo, ¡más aplausos!

Y empezó la tarde Andy Cartagena toreando a caballo a un gran toro de Fernando Peña, siguió Cayetano, Lopéz Simón, Román y Jesús Chover… todos entregados al gran ambiente que allí se vivía.

Y esta es la realidad, el pueblo, la gente, familias enteras se rascaron el bolsillo, 28 euros la entrada más barata, e hicieron un esfuerzo para disfrutar de algo que de verdad les gusta, “el bous”, y esa es la realidad. Y digan lo que digan no nos la van a quitar.


Bocairente, 6 de mayo de 2018

¡Alegría!


Se terminaron las corridas falleras y llega hora de hacer balance del serial.

Los aficionados a la Tauromaquia, en general, son una panda de cenizos a los que les encanta ensalzar lo negativo y mortificarse ahondando en ello. La realidad es bien distinta, digan lo que digan “los taurinos” y los “antitaurinos”, estas Fallas 2018 son un claro ejemplo de la buena salud, en todos los sentidos, que goza la Tauromaquia.

Un abono compuesto por siete corridas de toros, una de rejones, tres novilladas picadas y una sin caballos ya es de por sí una alegría.  La asistencia de público, como la de ningún otro espectáculo, ya el día 11 de marzo más de tres cuartos de plaza, luego vendrían varios llenos ¡hasta con “el Valencia” jugando!

Desde el punto de vista ganadero salió buena la de Jandilla, interesante la de Fuente Ymbro, completas las de Cuvillo y Garcigrande, e importantes las de Victoriano del Río y Alcurrucén. La “mala” dicen que fue la de Juan Pedro, y cayeron dos Puertas Grandes ¡qué venga Dios y lo vea!

En lo particular toros de nota Rosito (Núñez del Cuvillo),  Jarretero (Victoriano) y Economista (Alcurrucén), este último para mi gusto "el toro de la feria".

Ahora a esperar a julio para disfrutar de más encastes, por estas tierras sabemos lo que significa para el ganado el pasar una primavera más y es muy distinto el toro que pedimos en La Feria.

En cuanto a los coletudos, todos los días se vieron detalles de interés, la frescura de Román, el paso adelante en el toreo de Álvaro Lorenzo, los hondos naturales de Garrido, la ambición de Colombo, la maestría de Antonio Ferrera… caso a parte Roca Rey, con un par más como él no cabemos en las plazas.

Luego han estado las Fallas de Enrique Ponce, ¡por fin profeta es su tierra!. Empezó con una tarde rotunda, faena importante a su primero en el que el presidente enervó al respetable negándole premio y en la que luego demostró por qué lleva tres lustros en la cumbre. Emocionante tarde la que nos regaló el de Chiva.

Terminó, a sus casi cincuenta años, ya con la feria hecha y sin nada que demostrar a nadie, echándose la feria a los hombros. Tarde para soñarla, ese día no toreó, ese día acarició….

Lo dicho, digan lo que digan “los taurinos” y los “antitaurinos”, estas Fallas 2018 son un claro ejemplo de la buena salud que goza la Tauromaquia. ¡Alegria!