Pues bien, se acabó, ¿su sensibilidad es mayor que la mía?, ¿por qué ellos pueden llamarme sin tapujos, asesino-maltratador, como mínimo, y yo he de intentar empatizar con ellos?
Viendo el trato (maltrato) que han vivido los aficionados a los toros de Bogotá el pasado fin de semana en la re-apertura de su plaza he llegado al máximo de lo que podía soportar.
Son lo de menos los insultos que recibían y el ser escupidos, algo ya “normalizado” y tolerado por toda la “progresía. Los aficionados colombianos fueron agredidos físicamente, golpes, patadas, lanzamiento de objetos… si no llega a estar la plaza protegida por los “anti-disturbios” matan a alguien, no tengo duda.
¿Y la prensa?, esa prensa a la que tanto le gusta el morbo y le encanta recrearse con las cornadas, esa prensa que le encanta crear falsas polémicas y vendernos una corriente anti-taurina en un país donde nos gusta sacar “en fiestas” un toro/vaca a la calle más que “a un tonto un lápiz”, esa prensa que hace sangre cada año en Tordesillas…. ¿dónde está esa prensa?, ¿por qué silencia el uso radical de la violencia de los anti-taurinos, sus actos criminales e intentos de asesinato?, ¡si asesinato!, como cuando pegaron fuego en Francia a la casa de André Viard con su familia dentro, acuchillaron a un policía en Perú, apedrearon a una mujer en Valencia…
¡Se acabó el falso “buenismo”!, el tener que tolerar los insultos de todos y “respetar” que me insulten sin “ofender” a nadie. Desde hoy voy a decir las cosas por su nombre. Los aficionados a la tauromaquia somos todos, y sin excepción, más amantes de los animales que cualquiera que quiere acabar con la Tauromaquia. Ellos quieren la erradicación total y absoluta de una especie animal y todo su entorno por el odio que nos tienen.
El animalismo anti-taurino es una ideología que nada tiene que ver con el trato hacia los animales, es una ideología basada única y exclusivamente en el odio y el desprecio total de la vida de los aficionados a un Arte que no les gusta, justificando el uso radical de la violencia si es necesario. ¡¡Y punto!!
Se acabó el tratar de no ofender a quienes no tienen reparos en ofenderme a mi.