Estética

La tauromaquia es un arte, eso es innegable. El arte ha de evocar sentimientos y se percibe por los sentidos. La estética es un elemento importante en toda disciplina artística y en la Tauromaquia principalmente.

Que se exija trapío a los animales, una presencia acorde al marco de actuación, la categoría y tamaño de la plaza de toros donde se actúa, no es algo baladí, es algo fundamental. El toreo entra por los ojos, las emociones que nos ha de trasmitir la faena de un torero irremediablemente nos ha de entrar por la vista.

Los aficionados como yo, especialmente si además de “teóricos” somos “prácticos” y alguna vez hemos tentado a la suerte delante de un animal, sabemos el enorme mérito que tiene ponerse delante de un toro y el riesgo que conlleva, sea cual sea la “presentación” del animal.

El público en general lo ve distinto. Ya en la “desencajonada” mucha gente de mí alrededor comentaba la diferencia entre las imponentes vacas de “Machancoses” y los toros de Núñez del Cuvillo, eso no debe pasar. Valoraban más los recortes a esas vacas que lo que se fuese a hacer a esos “toretes”.

Quien siga “Tercio de Varas” sabe que no soy sospechoso de radicalismo alguno. Para mí el encaste Domecq es el de mayor calidad que hay en la actualidad y la morfología de los toros ha de ser acorde al encaste del animal, no hay que pecar por exceso tampoco. Dicho esto la presentación de la corrida de ayer no fue ni “anovillada”, ese encierro dudo que tuviese trapío suficiente para pasar como novillada en una plaza de primera en condiciones normales.

Me abstengo de emitir cualquier juicio de valor sobre la actuación de El Fandi, Sebastien Castella o Daniel Luque. Los del Cuvillo adolecieron de falta de fuerza todos, pero esta ganadería, gracias a Dios, tiene un punto de casta que les hace venirse arriba y tapar otros defectos.

Por desgracia en una plaza como la de Valencia, grande el ruedo y la grada, “toros” así pasan inadvertidos, todo carecía de interés. La gente es triunfalista y hubo hasta una puerta grande, pero la realidad es que la gente se aburrió. Si ese espectáculo “insulso” y falto de emoción, como fue la tarde de ayer, es lo más grande que puede haber, salió un torero a hombros… entiendo que la gente no vaya a volver. Luego nos quejamos.

No podemos saber qué llevan dentro los toros, pero su estética, su trapío, es algo que salta a la vista. No creo que sea mucho pedir al menos cuidarlo.

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