Muchas veces las cosas si se reducen al absurdo se entienden mejor. Últimamente estoy sorprendido porque se habla mucho de que hay dos tipos de aficionados los "toristas" y los "toreristas".
Pensar eso es una estupidez, pero aun lo es más que haya gente que se autodefina como aficionado y añada uno de esos adjetivos. Eso me dice que en realidad no es aficionado y no tiene ni la más remota idea de como va esto.
Vamos a reducir todo al absurdo: ¿Qué le gusta a un aficionado a la tauromaquia?, pues ver corridas de toros. ¿De qué?, de toros. ¿Qué toros?, pues toros bravos obviamente, de vacas lecheras no.
Axioma fundamental de la tauromaquia, sin toro, sin un toro bravo, no es posible que nadie disfrute de este arte.
Pero... ¿Donde vemos esos toros? pues en una plaza de toros, en el campo comiendo hierba son muy bonitos si, pero nadie paga para ver eso, vamos a verlos a una plaza de toros. ¿Y... Por qué? Porque en las corridas de toros queremos ver como torean a esos toros. No vamos a ver lo bonitos o feos que son vamos a ver como embisten y como los torean.
y... ¿Qué es torear? Dominar al toro. ¿Y eso quien lo hace?, el torero. ¿Y para qué? Pues para lo que hemos ido a la plaza, para ver al toro embestir. ¿Y como lo hace? Pues siguiendo unas normas técnicas y estéticas que permiten lucirse al torero haciendo embestir al toro, nos permite poder ver al toro.
Segundo axioma, sin toreros no podemos ver toros.
Conclusión: sin toros no hay tauromaquia y sin toreros tampoco.
A partir de aquí teoricemos todo lo que queramos. Hay gente que olvida que son indispensables las dos cosas, toros bravos y encastados por un lado y toreros con la suficiente calidad para lidiarlos. Yo personalmente disfruto mucho viendo un toro entregarse en el caballo y con una verónica muy sentida. Entiendo la tauromaquia como un conjunto de las dos cosas y si las separamos mal acabaremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario