Hace poco más de una semana celebré la Resurrección de Nuestro Señor de la forma que más me gusta, en una corrida de toros.
La Real Maestranza de Caballería de Sevilla es un escenario, como Las Ventas, donde los toreros se crecen, el domingo de resurrección brilló uno por encima de todos. El Domingo de Resurrección vivimos un recital de buen toreo. Hacía años que no vivía una actuación tan redonda por parte de un torero una tarde.
El segundo de la tarde, el mejor de "los juanpedros" que se lidió, tenía un poquito más de genio que el resto de la aborregada corrida y como todos mucha clase y poca fuerza. Curro Javier lo lidió perfecto, apenas tres capotazos recibió el animal en todo el tercio, citó cuando debía citar, corrió al toro cuando lo debía correr, y los tres capotazos que pegó fueron largos y suaves ayudando al toro en todo momento.
Poco más se le puede pedir a un torero pero la tarde no acabó allí, en el que hacía quinto, toro que salió del tercio de varas moribundo, otra nueva lección de torería, dos pares soberbios el segundo de ellos una preciosidad clavó Curro Javier. La Maestranza en pié ovacionó a un torero que cuajó una tarde perfecta. ¡Eso es torear!
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