“Aguante a que estén los caballos ya en la arena antes de dar la primera oreja. Aguante o se nos irá esto de las manos…”, se nos fue… 8 orejas y 2 rabos fue el balance de la tarde de toros en Checa.
Más allá de lo anecdótico del abultado premio conseguido por los torerillos actuantes fue una tarde de toros interesante, de las que “hacen afición”, y lo fue porque saltaron al ruedo dos toros, uno de ellos para soñar.
Nadie recuerda ya que hasta el tercero estábamos viviendo una tarde más de aficionado que de público. Salió un primer novillo justito de todo al cual Javier Jiménez lidió sin apreturas, mató y cortó una oreja sin más. El segundo novillo sin ser excesivamente complicado puso en apuros a un voluntarioso David Galván quien erró al medir en varas, ese novillo necesitaba una segunda puya que no recibió, acabó haciéndose dueño del ruedo y volteando a su matador. Con el tercero muy seria faena de Javier Jiménez, pechó con un complicado novillo al que supo ganar la pelea, pasé miedo durante la faena, lección de vergüenza torera premiada con otra oreja.
A partir de aquí todo cambió, salió el cuarto embistiendo con buen son, se le pegó, a este si, en varas y llegó al último tercio con fuerza, embistiendo con codicia y mucha fijeza, “¡toro de vuelta Presidente!” – dije yo.
En esas saltó al ruedo el quinto de la tarde haciendo bueno al refranero español: “no hay quinto malo”, iba a los capotes largo y fijo, muy fijo, con tantísima clase que el novillero pidió los palos y se encargó él mismo del segundo tercio. Ese novillo dio una lección de bravura en la muleta embistiendo con nobleza y mucho ritmo, completísimo el de Román Sorando, a esas alturas se había desatado la locura en un tendido que seguía reclamando trofeos una vez el rabo había sido concedido, “Presidente como no arrastren pronto al toro se va a tener que cortar usted algo”.
Después salió el sexto, creo que nadie lo vio, seguían soñando con ese quinto toro que todo lo cambió…
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