El pasado sábado en Tendido Cero pude ver un reportaje en el que se calificaba de dramática la situación que se está viviendo en el campo bravo a consecuencia de los 400 festejos menos que se han corrido esta temporada. Se estima que unos 2.000 toros de lidia deberán ser sacrificados.
Bien este hecho más que dramático es entristecedor, esos toros no van a poder tener la oportunidad de morir como merecen, como bravos peleando en una Plaza de Toros, no van a tener la oportunidad de salvar su vida.
Pero lo dramático es la situación de la cabaña brava, la falta de casta generalizada en la mayoría de encastes y ganaderías. No es un problema exclusivo del encaste Domecq, como se ha demostrado muy recientemente también lo sufren los “Atanasios”, los “Albaserradas”, lo de Baltasar Ibán… todos sin excepción.
Me fastidia que se “demonice” el encaste Domecq como tal, es el más extendido, luego obviamente es en el que más se ha de notar este problema, pero un toro de Domecq encastado trasmite tanto como cualquiera, tienen una gran clase, una largura aceptable y es uno de los pocos que se deja torear de salida con el capote.
Esperemos que la dramática muerte de estos 2.000 bravos en mataderos, esto sí es una humillación para un toro de lidia, sirva de algo. Esperemos que sirva para que mucho ganadero sin afición, causante en parte del problema abandone. Esperemos que los ganaderos que queden se den cuenta del problema real y la competencia les haga apostar por toros de verdad, de los que tienen casta, bravura y fuerza.
De todas formas no “escurramos el bulto” el problema de esta situación lo tenemos los aficionados, que seguimos tragando y tragando con el bobo-toro actual.
Me enerva ver como los públicos centran toda su atención de lo ocurrido en una tarde de toros en el hacer del torero sin entrar a valorar para nada el animal que tiene delante. Esto ha hecho que se críen toros descastados muy “a modo” del torero y obviando al aficionado. La culpa la tenemos nosotros que transigimos con esta situación entramos a valorar cosas sin valor y obviamos tarde tras tarde la aniquilación del Tercio de Varas.
Vamos a acabar con este Arte, sin toros no hay nada que valga, y pese a que dicen que sobran 2.000, la realidad es que faltan. Necesitamos recuperar al toro de lidia de verdad, al bravo y encastado y eso solo se conseguirá si se recupera el primer tercio.
Con toros hay emoción, sin toros no, y un toro solo es un toro de verdad si es capaz de pasar con dignidad por el caballo. Por favor recapacitemos sobre esto, nos va mucho en juego…
Si no hay toro no puede haber Emoción, sin Emoción no hay Arte. Los "pegapases" sólo quieren el torete que viene y va, el público ovaciones y orejas y los "voceros" a encumbrar la mediocridad y culpar siempre al mismo: al Toro.
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