1 de mayo de 1992, yo era poco más que un niño, veía los toros en mi casa, lo tengo grabado a fuego en la memoria, de verde oliva y azabache cuadraba al toro Manolo Montoliú, muy en torero como siempre puso un par reuniendo en la cara y expuso para salir de la suerte tan gallardo como solo él sabía.
El silencio se hizo en la sala de estar, nadie hablaba, a mi madre se le nublaba de lágrimas la vista mientras mi padre y yo, como se hacía en La Maestranza, guardábamos silencio…
La pasada semana Israel Lancho toreaba su primera corrida del año en Las Ventas, al pasar a estoque al sexto de la tarde el toro le aguantó, con un derrote seco lo colgó del pecho y lo zarandeó bruscamente, como aquella tarde de abril. El torero pasó a la enfermería y la sombra de la tragedia se hacía presente…
Minutos más tarde el público ovacionaba el buen juego de los Palhas y el mayoral salía contento a saludar, no dudo que la encastada corrida portuguesa mereciese ese honor, pero con un hombre luchando por su vida me parece una inmoralidad.
Años atrás en Sevilla se guardó respetuoso silencio durante amargos minutos, hasta que se conoció el fatal desenlace, después solo se elevaron palmas al cielo, nadie más lo merecía.
Algo le pasa a esta sociedad y me empieza a dar asco. Esta vez no se guardó silencio, no se esperó a saber que suerte corría el torero, eso ya no importaba, volvieron las ganas de fiesta, se ovacionaron los toros como si nada pasase y al bar a tomar cañas…
Se ha perdido la educación, el respeto, la dignidad… los valores, vivimos en una sociedad cada vez más inmoral y el trato a Israel es un claro ejemplo….
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