Una historia de amor

Yo creo en el amor. En el amor puro, verdadero y eterno. Si se quiere a alguien hay que olvidarse de uno mismo y entregarse al otro, sin miramientos ni egoísmos, sacrificarse por el otro hasta el fin de nuestros días.

Lo de Luis Francisco Esplá y la plaza de toros de Las Ventas ha sido una auténtica historia de amor, una historia que ha durado más de 30 años y el pasado viernes tocaba a su fin. De esta vida sabemos pocas cosas, más bien ninguna diría yo, lo que si sabemos es que llegará un día en que todo acabará…

Lo de Esplá y Las Ventas ha sido una de las historias más puras que he conocido, se han querido desde ese mayo de 1977 en que Curro Romero les presentó, desde entonces habían pasado grandes momentos juntos, 15 orejas cortadas y 4 Puertas Grandes, como en toda historia también pasaron malos momentos, hasta 8 veces el torero ha sido herido en esa plaza.

Han tenido sus momentos dulces y sus riñas, el pasado San Isidro de 2008 hubo una gran discusión y parecía que se distanciaban, pero como ya les había pasado otras veces se volvieron a encontrar.

El pasado viernes La Plaza le recibió con un cariño especial, ovación atronadora al terminar el paseíllo. El torero venía dispuesto a todo por contentar a su amada, llegó a la plaza sonriente y cuando salió su primero, un duro toro de Victoriano del Río le mostró que pese a los años él seguía siendo el mismo, el mejor lidiador del escalafón.

Con el cuarto de la tarde, sacó lo mejor de si mismo, jugándose la vida cerrado en tablas empezó la faena, que no hubiese dudas que si hacía falta daría su vida por ella. Siguió con unas tandas de derechazos puras y limpias, citando con la verdad por delante, sin trampas, engaños, ni mentiras, como hay que ir por la vida… después se echó la muleta a la izquierda y pegó una tanda muy sentida, una tanda en la que no se mostraba más que entrega, toreaba desde lo más profundo de su corazón.

La Ventas se unía a él con sus ovaciones, el público en pie respondía a la entregada faena del torero.

Entre ellos han habido momentos buenos y momentos malos, mucho sacrificio por seguir queriéndose después de tantos años y que por encima de todo el tremendo respeto que ambos se tienen y la verdad, verdadero pilar de su relación. El torero entró a matar de la forma más pura que se puede hacer, sin posibilidad de engaño, entro a matar recibiendo ¡olé torero que detalle!

Su historia terminó demostrando que su amor estaba por encima de todo.


El bonito final de una historia de amor:

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