El pasado domingo, Domingo de Resurrección, uno de los días más taurinos del año. Los días de recogimiento vividos como duelo por las penas que hicimos pasar a Nuestro Señor son seguidos por la alegría de Su Resurrección y los Artistas, los toreros, lo celebran como mejor saben, toreando.
Madrid y Sevilla, las dos catedrales de este Arte se vestían de gala, gran ambiente y mayor expectación. En Madrid Alejandro Talavante apostaba fuerte para demostrar que aún es quien fue. En Sevilla un cartel muy de su gusto, Morante, El Cid y Manzanares.
La ilusión de público y toreros se topó con la cruda realidad, se topó con el mal que va a terminar, si no ponemos remedio pronto, con este arte centenario, se topó con una docena de toros descastados, no exentos de peligro que todos cogen, pero sí imposibilitados para trasmitir la más mínima emoción, y sin emoción no hay Arte....
Tanto los de Zalduendo como los de Núñez del Cuvillo salieron como suele salir la mayoría de la cabaña brava actual, sin casta. Empiezo a cansarme de repetir que un toro de lidia ha de tener tres cualidades imprescindibles, y sin cualquiera de ellas no vale: fuerza, casta y bravura.
En mi opinión, gracias a Dios, el campo bravo actual está más bravo que nunca, cada vez salen más toros de tremenda fijeza, que empujan sin protestar en los simulacros de tercio de varas que se les aplican y que en general embisten con mucha clase.
La fuerza sigue siendo un problema, pero el de más fácil solución, y objetivamente estamos mucho mejor que en décadas anteriores muy por encima de los lastimosos ochenta y mejor que los noventa.
El problema es la pérdida de casta, el toro actual no tiene trasmisión, no tiene picante, ha pedido su fiereza... es un toro con el que es muy difícil que un Artista consiga emocionar...
Sin emoción no hay Arte y este será el verdadero final del mundo del toro.
No es momento de reproches, no es momento de buscar culpables, me trae sin cuidado si la culpa es de empresarios, ganaderos, toreros o apoderados, incluso de aficionados que hemos consentido que se llegue a esta situación, eso ya poco importa, lo único que importa es que entre todos, cada uno desde su parcela, nos planteemos que significa para nosotros todo esto, nos demos cuenta que de seguir así espectáculos como los del pasado domingo se van a ir repitiendo tarde tras tarde y esto acabará con "los toros"....
Mucho se debe de reflexionar para ponerle solución....
En efecto, llevas más razón que un santo. En Málaga la casta, excepto en el perritoro tercero, no se vio ni por asomo.
ResponderEliminarSaludos