19 de marzo, el día grande de toros en Valencia. Noble encierro de Garcigrande, propicio para una tarde de mayor triunfo.
A Luis francisco Esplá en su último paseíllo en Valencia no se le puede más que elogiar, un torero de su honradez a estas alturas de la vida no merece otra cosa, no seré yo quien le critique.
Esplá es un hombre de gestos, cuidó el tercio de varas, colocó a los toros más largo de lo normal y sus varilargueros citaron por derecho. En el cuarto detalle de alguien que destila torería y sensibilidad, ofreció los palos a su tercero, otro pedazo de torero, Domingo Navarro, después le mandó salir a saludar al tercio y por último le brindó su último toro en esta plaza. Una persona es lo que es no por sus grandes hazañas, que se hacen muy pocas en la vida, sino por los pequeños detalles, Esplá, como ayer, ha tenido muchos y casi todos de una gran profundidad. ¡Gracias toreador!
Vicente Barrera, ese torero que tanto nos ilusionó en sus comienzos por su singular forma de torear apareció ayer desdibujado, tuvo la “suerte” de tener dos toros encastados, los únicos de la feria, sobretodo el sexto. El bravo y encastado es el toro de verdad, el de la cara o la cruz, con el único con que el triunfo es verdadero, pero también es que hace sufrir al torero. Barrera, un torero que últimamente toca poco toro, se vio sobrepasado, fue una lástima, primero porque esos toros merecían haber recibido otra lidia, segundo por Vicente, no me gusta verle así, a su manera, pero él fue algo en esto….
Lo verdaderamente alucinante ocurrió en el segundo de la tarde, ¡Ponce no se centró con un toro!, no me explico que pudo pasar, algo fallaba, o la vista del toro o alguna cosa, reconozco que es buscar una escusa porque no le adiviné ningún defecto al animal. El hecho es que la cabeza más prodigiosa de la historia de la tauromaquia, Enrique Ponce Martínez anduvo descentrado y con problemas para sacar series de mérito al segundo de la tarde…. jamás había visto algo así….
En el quinto volvió “la normalidad”, toro complicado de salida, creó problemas en el segundo tercio y tomó la muleta con brusquedad en la primera parte de la faena, que no me acabada de llegar… de repente, no se sabe como el Maestro Don Enrique Ponce cuajó una espectacular tanda de derechazos…. y todo cambió, el toro ya no era brusco, Ponce empezó a cruzarse y a hilvanar series sentidas, largas y hondas, recuerdo una lentísima con la izquierda y pases de pechos perfectos, enroscándose al toro. Para terminar unos doblados de rodillas espectaculares… después estocada “en el rincón” y dos orejas…
El toro era brusco…. pero embistió suave… tratándose de Ponce lo alucinante fue lo del segundo…
Entiendo su apreciación de asombro de lo que ocurrió en el primero de Ponce. Es sencillo, tenía casta y había que estarse quieto y ligar; desde mi punto de vista ese fue el toro de la tarde.
ResponderEliminarBuena apreciación "anónimo", puede ser, para mi el toro de la tarde fue el sexto, pero bueno.
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